Yo era aquella chica del metro

16.12.2014

Hace algunos meses publiqué un post titulado Acoplarse (II) y en él revelaba mi curiosidad por saber qué se sentía al experimentar gradualmente una erección. Pues bien, un encantador lector de este blog se tomó la molestia y el esfuerzo de mandarme un relato (del cual no he tocado ni un punto ni una coma) para que yo pudiera comprender.

Una única lectura me bastó para excitarme, y sentirme, yo a su vez, como cuando tenía 20 años y notaba aquellas miradas ruborizantes sobre mi blusa... Aquí os lo dejo!

Vuelvo a tener 20 años, estoy en el metro yendo a la universidad. Voy de pie junto a la puerta y, como siempre, me pongo a mirar a las chicas que tengo alrededor. Justo en frente tengo una más o menos de mi edad, que parece que también va a clase viendo la carpeta que asoma del bolso que ha dejado en el suelo. Está distraída mirando a otro lado, así que puedo observarla tranquilamente sin que lo note. Lleva una blusa blanca de esas que son bastante transparentes y además la lleva por dentro de los pantalones, lo que resalta el volumen de sus pechos; ahora que me fijo, los tiene realmente grandes. Atrapan mi mirada, y gracias a esa notable transparencia veo que el sujetador que lleva no es blanco, tiene pequeños dibujos y algo de encaje en el borde de arriba. Empiezo a notar un ligerísimo cosquilleo en el escroto, en la parte de atrás, justo debajo de los testículos.

Lleva varios botones desabrochados y puedo ver el nacimiento del canalillo y algunas pecas en una parte de su piel que claramente está en la jurisdicción de los pechos y no de la parte de arriba del tórax. Mi corazón ahora late un poco más deprisa y de pronto noto cierta presión en los calzoncillos por delante, hay menos espacio del habitual. La sangre ha acudido a la llamada y está llenando las cavidades de mi pene, que empieza a despertar. Bosteza sentado en la cama, está aturdido todavía, pero empieza a decir aquí estoy yo. Hace un momento no notaba su presencia; era como las orejas, sabes que están ahí pero no las sientes permanentemente. Ahora parece que es la única parte de mi cuerpo con sensibilidad. 

Un par de minutos más de atenta observación (con algunas pausas para mirar a los lados y asegurarme de que no soy demasiado descarado al mirar) y mi imaginación ya está pidiendo barra libre; me veo desabrochando el resto de los botones y sacando la blusa de los pantalones, liberando los pechos de las copas del sujetador, comprobando con la punta de la lengua la suavidad de la piel de sus areolas, sintiendo como sus pezones se endurecen entre mis labios... 

Tengo que coger la mochila del suelo y hacer como que busco algo dentro mientras la sujeto con las manos justo delante de mí, porque la erección ya es completa y la presión en mis calzoncillos es tan grande que cualquiera que mire se daría cuenta. Ya ha despertado del todo, mi corazón late deprisa, el glande ya tiene la sensibilidad por las nubes, hasta el contacto de la tela con el tronco por debajo tendría su punto si esto no fuera un vagón de metro lleno de gente. Mejor mirar a otro sitio, pensar en otra cosa, duérmete niño, duérmete ya. Todavía me quedan... Puff, un montón de estaciones. No voy a poder evitarlo, voy a volver a mirar. En cuanto este de abajo vuelva a dormirse...

Blog de Marina Costa. Escort en Madrid