Perrilla viciosa
En una de las entradas anteriores hablaba de esas 5, 15, 50, 0 1000 citas. ¿Cuántos hombres ha conocido ya Marina, en el sentido carnal?. Es una respuesta que no os voy a dar, pero creo o intuyo que aún ronda la cifra de hombres que he conocido civilmente. Ya no puedo hacer memoria 20 años atrás, ha pasado tanto tiempo que me dejaría a muchas personas, sobre todo en esas épocas locas de los ventialgo...
Hoy alguien de mi entorno ha dicho cosas, si bien no con la intención de molestarme, que me han hecho reflexionar. Para empezar, me ha llamado viciosa. Y perrilla. Ni he pestañeado. Que más da, aquello era irrebatible. El comentario, cuanto menos, me ha parecido lo de siempre: carca y machista y el tono, sin duda peyorativo. Él puede acostarse con 20, 30, 40 tías y es un macho ibérico. Yo soy la perrilla viciosa. Como dicen en mi pueblo,was soll´s!!.
Precisamente ayer recordaba un pasaje de mi juventud que viene al hilo de lo que me han llamado hoy, puesto que al entrar a casa, un vecino que no tengo identificado, atractivo, treinta y pico, me esperaba con la puerta del ascensor abierta. Ascensor. La proximidad de los dos cuerpos me llevó a 15 años atrás, y a una borrachera descomunal como consecuencia de haber mezclado todos los destilados que hubiera a mi alcance. En esas estaba cuando me encontró el vecino del primero, compañero además de curso, y ofreció a mis amigas llevarme a casa. Imaginad esa lamentable estampa de borrachera en la que ella cuelga del cuerpo de él, llevándola casi a rastras. El alcohol siempre me ha soltado la libido y salto del recuerdo de tirarme a su boca dentro del taxi, y como él tímidamente se dejó hacer, al momento preciso en el que -os prometo que es ciertísimo-, pulsé el botón de parada en el ascensor y le hice una memorable felación adolescente. Recuerdo que lo único que hacía el pobre era sujetar mi cuerpo al caminar y seguirme la corriente.
Hasta aquí, nada especial, una borrachera a los 20 la coge cualquiera, desmadre incluido. Lo que me hace reír de todo el asunto es recordar como al día siguiente le llamé por teléfono para... disculparme... tremendamente avergonzada por la semiviolación de la noche anterior, pedirle que lo olvidara y no dijera nada a nadie. Mi vecinito, como es de esperar, no fue capaz de articular mas que unos cuantos gallos adolescentes de sorpresa. Y nunca más volvimos a cruzar nada salvo sencillos "hola" y "adiós".
Regla nº 1 de la perrilla y viciosa: discúlpate al día siguiente, y además de perrilla y viciosa, quedarás de desequilibrada :P
¿Sabéis? Francamente, mientras escribo estas lineas, me enciendo más. No es la expresión, sino el tono con que lo ha empleado. Perrilla y viciosa, si o no, en mi juventud, hacen a la mujer liberada de hoy. Tuve tantas facetas represoras en el camino que he recorrido que hube de buscar un campo en el que poder soltar lastre, dejarme llevar, olvidarme de comesuras, formalismos, convenciones sociales... e irlas abatiendo una tras otra, quitándome prendas hasta que soy capaz de caminar desnuda sin reparos. Y ese que hoy me bautizaba, lleva disfrutándolo varios lustros, para jeta y paradoja.
Aprovecharé que estoy ofuscada para puntualizar algo: los dos últimos post han originado, además de un record de 1006 visitas en el día de ayer, un torrente de llamadas, mailes y whatsapp. Y se nota perfectamente quien habla en serio y quien no, de modo que, de la forma más educada que sé, te pediré que única y exclusivamente me contactes si tu propuesta es seria y formal. Si únicamente quieres llevarte un calentón, sea perrillo, vicioso , o no, este blog tiene material ingente en forma de textos y fotos para que me dediques unos cuantos ratos de amor.
Sin hacerme perder mi precioso tiempo.
Muchas gracias,
M.
Actualización Abril 2020 : Lo de perrilla viciosa me parece hoy en día un piropazo!!! Carpe Diem!