Killer

25.03.2015

Hay días en los que siento un volcán en mi interior. No tiene por qué ser necesariamente rabia o frustración. Puede ser una mezcla de stress, cosas por hacer, proyectos por planificar y comenzar, mi mente está en plena ebullición y me siento hiperactiva hasta el automatismo. Mi semblante se torna serio y concentrado hasta que poco a poco voy ejecutando todo lo que llevaba en mi cabeza.

Recuerdo mi vida "pasada". En días así, era la leona que transitaba por la selva haciendo lo que tenía que hacer y alerta a sus instintos. Hasta que alguien se cruzaba en su camino, ese alguien, tú, con tu llamada, con tu propuesta, algo imprevisto, o rápido, o planificado y lento para por fin materializarse en Día D, hora Z. Ese encuentro inesperadamente rápido, o tan deseado tras una cena juntos en el que la leona se convertía en la seductora gacela. Ese encuentro en el que a ti, desconocido, amante esporádico, te follaba hasta la extenuación. Te daba lo mejor de mí, te tocaba, desnudaba, besaba, lamía con ansia, me frotaba y bamboleaba todo mi cuerpo sobre el tuyo. Te pedía que me tocases y sobases sin compasión. Te gritaba que me follaras. Envolvía tu polla con el calor de mi intensidad hasta arrancarnos un orgasmo evidente a la vista y al oído. Me sentía la mantis religiosa que dejaba a su víctima encantada de haber sido devorada, notaba en tu mirada la satisfacción por haberte echado un polvazo que, según me dijeron tus ojos, llevabas tiempo sin disfrutar. A continuación venía mi último orgasmo, en forma de sobre, habitualmente blanco, y sin cerrar. Bien corrida y poderosa. La leona se alejaba serena y silenciosa entre la vegetación...

Creo que siempre he sido bastante "hombre" sexualmente hablando. Disfrutaba la promiscuidad, follar hoy con uno, mañana con otro, pero cambiando de "víctima" o dejando que transcurriera un tiempo entre asalto y asalto con la misma. Reinventándome siempre para arrancarte el placer desde las entrañas de una nueva forma, tan killer como hoy, pero, al fin y al cabo, para lo que tú me habías pagado.

M.

Blog de Marina Costa. Escort en Madrid