Fantasías de oficina

13.10.2013

El trabajo en una oficina puede tener picos muy estresantes. Todo el mundo acelerado, prisas, nervios... Mi cuerpo suele reaccionar habitualmente de forma similar... Excitándose. Sí, no sé a ciencia cierta por qué, pero me noto la sangre en el clítoris y en los pezones, siento la pulsión y esa voz en mi interior que me grita "Páralo todo y echa un polvo YA que te resetee" . Alguna vez lo he hecho, una sencilla llamada o un whatsapp y 20 minutos más tarde estaba mi amante en el bar de abajo. Una coca cola rápida, subo al baño yo... a los 30 segundos sube al baño él... Otros 20 minutos después vuelvo a estar sentada en mi escritorio trabajando eficazmente.

Otra veces no es tan sencillo, estás encerrada en tediosas reuniones que parecen la película de El Día de la Marmota (siempre se hablan los mismos puntos, las mismas objeciones, los mismos comentarios de unos y otros), y al ser un tema tan repetido, la mente se evade, te sientes levitar por encima de la mesa de reuniones con tus fantasias y alguna vez me he preocupado por si inconscientemente se me hubiera escapado un suspiro...

En la última de estas reuniones, pude vagar y divagar a mis anchas durante más de media hora. Ese díaestaba yo sola con 10 hombres en la sala de juntas de mi oficina. De pronto me encontré absorta, estudiándoles uno a uno. Solo hay uno menor de 40, dos entre 40 y 50, y los 7 restantes con los 50 cumplidos. Entre los cincuentones, los hay mejor y peor conservados (más bien lo segundo). Francamente, el que mejor está es mi jefe, pero eso merece fantasía a parte :)

En esas estábamos, en uno de esos interminables temas recurrentes, cuando me levanté a por una botella de agua. Aún era septiembre y hacía calor en Madrid. Estaba vestida con una minifalda de tubo negra, una blusa de seda blanca entallada y stilettos negros. Me levanté arqueando ligeramente la espalda para que inconscientemente notaran la presencia de mis pechos, como se movían suavemente acompañando el resto de mi tronco. Me dí la vuelta suavemente, podría parecer que para no hacer ruido, pero no, sólo quería que todo siguiera a cámara lenta mientras yo me acercaba a la mesa del rincón en la que estaba la neverita de las bebidas. No quedaban botellas pequeñas, así que cogí una grande y volví sobre mis pasos a través de la sala. Justo cuando llegaba a mi sitio, se hizo un silencio (¿o el silencio lo hice yo al dejar el rastro de mis feromonas pasando a sus espaldas?) y aproveché para preguntar si alquien más quería agua...

Mi jefe asintió. Estaba justo a mi izquierda, él ocupando la cabecera de la mesa y yo aún no me había sentado. Me coloqué a su lado, apenas 20 cm, para servirle, traté de abrir la botella pero el tapón estaba duro. 9 pares de ojos pendientes de la situación. Hice un segundo intento con un poco más de fuerza, y al girar definitivamente el tapón se vertió un tercio de la botella entre un lado de mi blusa y la camisa de mi jefe. Hice un movimiento reflejo bastante estúpido, que fue tratar de quitarle agua con la mano, sin tener nada con que secarle, y sin darme cuenta de que la blusa se me había pegado inmediatamente a un pecho y de que se transparentaba el encaje del sujetador y un pezón, encogido por el agua. Él si lo vio, todos lo vieron. Se quedó absorto contemplando mi seno cubierto por la tela mojada, sus ojos comenzaron a brillar lentamente hasta que alzó levemente la mirada hasta llegar a la mía y decirnos sin pestañear que queríamos sexo, ahí y en ese instante. No necesitaba decir nada más, ninguno de los dos, de modo que volví a coger la botella, me separé un poco de él para poder ponerme más de frente a todos los demás, y continué vertiendo agua, esta vez prácticamente desde mi cuello, de manera que el agua buscara su camino al llegar a mi escote. Una vez tenía la camisa totalmente empapada y se me marcaba hasta el ombligo y el sujetador de encaje blanco, comencé a acariciarme por el costado , a pasar la mano por debajo de mis senos y a subir de nuevo hacia mis pezones para pellizcarlos.

Todos disfrutaban del espectáculo. Alguno aún conservaba un rictus serio o de sorpresa por lo inesperado de la escena, pero la mayoría de ellos estaban ya sentados reclinados en las sillas y alguno se había llevado la mano al muslo y de ahí discretamente a la entrepierna.

Mi jefe debía hacer los honores... Hasta que la máxima autoridad no abra la veda, poco pueden hacer los demás. Estiró el brazo, me cogió por la cintura y me atrajo hacía él. Plantó una mano en mi nalga y con la otra comenzó a acariciarme los pechos por encima de la blusa chorreante. Me excitaba más y más y me apeteció besarle, sentir su lengua húmeda contra la mía, jugar a enredarnos, que notara mi mirada a pocos centímetros. El aprovechó para empezar a quitarme la blusa, no era fácil, tan mojada los botones resbalaban, mientras no dejábamos de besarnos. Finalmente lo logró y no esperó más, directamente me sacó los pechos por encima del sujetador y hundió su cara contra ellos...

Se convirtió en una bestia que pedía más y más... Giré la cabeza con objeto de mirar a todos los demás, que me vieran de pie, medio desnuda y excitada. Me acaricié los pezones para ellos, cogí uno con la mano y me lo llevé a la boca. Empecé a lamerlo suavemente, a escupirlo, a jugar con mi saliva , el dedo índice y el pezón. Y en otro arranque, mi jefe me cogió del brazo para ponerme de nuevo frente a él, me subió la falda hasta casi la cintura y me sentó en la mesa. Instintivamente flexioné las rodillas dejando las piernas en el aire.

Menuda imagen: 10 hombres excitados en una sala de reuniones, una mujer jovesentada sobre la mesa, con los pechos por encima del sujetador, la falda subida hasta la cintura y ofreciendo (su) sexo a ¿uno? ¿todos?.

Mi jefe me quitó las bragas y las tiró sobre la mesa. Uno de los otros las cogió y las llevó a la nariz... A los pocos segundos, el compañero de al lado le pedía que las pasara. Así circularon por toda la sala, así olieron todos a la perrita en celo...

Rodeé su torso con las piernas mientras notaba como se aproximaba, como iba entrando poco a poco, suave pero con firmeza.

Saboreé esa sensación que es notar un polla nueva por vez primera en tu interior. Que todas tus terminaciones sensoriales se activen, que lo notes desde la punta de los pies hasta la cabeza. Cogió ritmo con rapidez (suelo ser muy buena anfitriona...) y al minuto ya me estaba embistiendo mientras tocaba, agarraba y chupaba todo lo que tenía a su alcance.

Giré la cabeza para ver al resto del foro... la mayoría de ellos tenían los pantalones abiertos y estaban tocándose con barra libre. Mire al siguiente que más me gustaba, le sonreí con la cara de vicio de "menudo gusto lo que me están haciendo..." mientras pasaba mi lengua por la boca, para acabar añadiéndole un susurro que todos oirían. "Ven. Ven a mí".

Se acercó y empezó a tocarme, mientras me jefe me follaba cada vez más cerca de su orgasmo. El número 2 me tocaba y me besaba, hasta que mi jefe gimió y se corrió en mi vientre. Se retiró a una silla y número 2 no tardó ni 5 segundos en bajarse hasta las rodillas la ropa y venir a mí como le había pedido. Me la clavó y empezó a empujar con fuerza, con más fuerza que el anterior. Empecé a gemir con fuerza, casi a gritar, hasta que me taparon la boca introduciéndome el pene nº 3 en la boca. Giré la cabeza al otro lado para encontrarme con el pene nº4.

Número 2 se corrió de la misma forma y en el mismo sitio. Número 3 le siguió en todo igual. Número 4 lo replicó. Número 5 también. Y número 6,7, 8, 9 y 10. Todos me follaron, uno detrás de otro , y dejaron su leche sobre mi vientre.

Estaba a punto de limpiarme las diez corridas, cuando escuché la voz de mi jefe diciendo un "Bien. Pasemos al siguiente punto..." y di por concluida mi fantasía de ese día...

Marina

PD: No dejes de hacer realidad tus fantasías conmigo, sea cual sea. Me encantará jugar. 


Blog de Marina Costa. Escort en Madrid