"A mi no me hace falta pagar por sexo"
Seguro que os ha pasado mil veces: no reparáis en lo presente que está algo en la sociedad hasta que de alguna manera tenéis un vínculo con ello. Basta que vuestra hermana, mujer, secretaria o hasta vuestra hija se quede embarazada (¡o sencillamente con que tenga una falta !) para que veáis barrigas y cochecitos por doquier. Fallece cualquier conocido y reparas en las siguientes 48 horas en que el telediario, series, películas y reportajes están llenos de muertes y del dolor que las acompaña. Te divorcias y otro tanto, en la tele no sale otra cosa, reportajes sobre la tasa de rupturas, en la calle todo el mundo se separa, varias veces al día, o eso parece...
Sea como fuere, mira que a mi el tema de la prostitución siempre me ha atraído como un imán... pero desde hace año y medio no pasan 15 días sin que alguien de mi vida A lo miente. Ya sea tomando un café, o comiendo con gente por trabajo, amigos o hasta mi familia. El alter ego de Marina escucha con los ojos bien abiertos y hasta de vez en cuando asiente. En rara ocasión se pronuncia...
La última persona en sacarlo a debate ha sido... un ligue (¡¡Claro que sí! Yo también ligo, que sería de mi sin el juego de la conquista... que sería de mí sin todos mis juegos). Ciertamente es un hombre guapo y muy atractivo que cuida muchísimo su físico, no descarto hasta que se cuide más que yo.
No recuerdo en qué forma plantó sobre la mesa la cuestión de las escorts y la tediosa frase: "A mi no me hace falta".
" He ido muchas veces a clubs de chicas a acompañar a gente, pero yo nunca he subido, y eso que claro, te tocan, te acarician y provocan, uno no es de piedra... pero no, a mi no me hace falta pagar por follar".
Bien, al margen de que "Excusatio non petita, accusatio manifesta" me enfadan bastante este tipo de aseveraciones esteriotipadas sobre terceros y la mayoría de las veces, dichas por sujetos que justamente hacen lo contrario de lo que declaman. A ninguno de mis clientes le hace la mas mínima falta citarse ni conmigo ni con ninguna escort. Vivieron hasta hoy sin necesitarlo y lo harían otros tantos años. Para el desahogo fisiológico tienen a sus mujeres, sus novias, los ligues de una u once noches y no, a ellos tampoco les hace falta pagar por follar única y exclusivamente y por eso no lo hacen ni tan siquiera cuando están conmigo.
Acertada o erradamente, pienso en el concepto "Hombre a quien hace falta follar" y viene a mi mente el cuasi octogenario desdentado que se va con una veinteañera rumana a alguna pensión en una calleja de Montera. A él le hace falta un poco de calor humano en un cuerpo joven que no le rechace. A ella le hace falta el dinero. Ahí si que en mi humilde opinión se denotan carencias y es de lo que determinadas personas se aprovechan. Sin embargo, volvemos al eterno debate y a las varias caras de la prostitución. El mundo que yo vivo nada tiene que ver con las princesas callejeras y desearía que no existiera.
Bien, sigamos con la disertación. Hacer falta o no. A un George Clooney castizo de cuarenta y pocos (mi ligue, ñam ñam), ni a absolutamente ninguno de mis clientes (hombres entre 30 y 60 años, nivel socio económico medio -alto, que gozan de buena salud y medios para cuidarse y resultar atractivos e interesantes) les hace la más mínima falta. Buscan ese valor añadido que el polvo con su mujer, novia o ligue no les aporta. O buscan el valor añadido precisamente por NO tener ninguna de las anteriores. Si hubiera de segmentar a mis clientes, grosso modo, la clasificación sería muy sencilla:
A- Los que tienen pareja estable
B- Los que no la tienen.
Los primeros suelen buscar un menú diferente al de casa. Y no, no hace falta, ¡nadie se muere por no acostarse con una mujer diferente a la suya!. Entiendo, acepto y disfruto al género masculino como promiscuo por naturaleza, y por tanto, veo de lo más corriente que en un viaje a otra ciudad distinta a la propia, con el cargo de conciencia a tantos kms como la familia, un sujeto X se adentre a vivir una aventura sin correr riesgo ni remordimiento alguno. Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas.
Los segundos, os confesaré, suelen ser la gran mayoría de las veces como mis ligues civiles. Hombres entre 38 y 55 años, con puestos de responsabilidad, jornadas de trabajo de 12 horas de media, viajes internacionales y nulo interés en tener que dedicar tiempo a una "relación". Llamar un martes a media tarde desde Chicago a Madrid antes de dormir para "fichar" requiere un esfuerzo, va a demandarle tiempo y atenciones cuando ni tan siquiera saben si el ROI merecerá la pena. Quieren ir a lo seguro, las incertidumbres las dejan para el trabajo. Sin embargo son hombres con una conversación (o a mi me lo parece) interesante que necesitan de la estimulación intelectual para pasar a la cama. Quieren disfrutar una cena con una mujer atractiva, seducir y saberse seducidos, y durante unas horas jugamos a mantener esa primera cita con la certeza de que yo no les buscaré, no les propondré quedar de nuevo, no les pediré que me llamen ni que tras el desayuno se queden a pasar la mañana conmigo, en definitiva, "no me pondré pesada"... Pero hacer, lo que se dice, hacer falta, no. Lo que ocurre es que no quieren pagar el precio del tiempo y atenciones para llevarse a la cama a una mujer (y sinceramente, me parece hasta más humano que no lo hagan, de ese modo no se corre el riesgo de que se juegue con los sentimientos de nadie) y prefieren ir a la alternativa win-win.
Dicho todo esto, querido ligue mío que no me lees porque ni por asomo imaginarías mi vida B, deja de justificarte gratuitamente sin que te lo haya pedido, no seré yo quien te juzgue, y desde luego, hayas pagado o no, deseo que hayas disfrutado en la gran mayoría de tus encuentros sexuales sólo la mitad de lo que presupones disfrutan los hombres a los que les ha hecho falta estar conmigo...
Tú que me estás leyendo: ¿Te veo pronto?
Me va haciendo falta...
M.