Un, deux, trois...
Me hace gracia como mi perversa cabecita va pidiendo determinadas sensaciones conforme transcurre el tiempo. Prácticas que hace X meses o Z años ni se me pasaban por la mente, por autocensura, reparo, o falta de imaginación, un buen día se me antojan de lo más apetitoso, hasta que esa misma cabecita acaba pidiéndolo a gritos y en ocasiones mi...